Floriano Benito López fue parte de la seguidilla de gobiernos peronistas que tuvo Pilar desde fines de la década de 1940 hasta 1955. Obras, logros y una trayectoria que se interrumpió por el golpe de Estado.
Si se consulta a los vecinos de Pilar sobre los intendentes que ha tenido el distrito, la gran mayoría solo recordará el último puñado de nombres más cercanos en el tiempo. No obstante, el listado es largo y detrás de cada apellido –más allá de lo que haya durado su mandato- hay una historia.
El convulsionado siglo XX alternó períodos democráticos con golpes de Estado. En ese contexto, Pilar no fue la excepción.
Uno de los vecinos que tuvo el privilegio de conducir a su distrito a través del voto popular fue Floriano Benito López, mandatario de gestión próspera y parte de una seguidilla de gobiernos justicialistas que debió interrumpirse tras el golpe de 1955.
Obrero
Floriano Benito López nació el 2 de abril de 1915 en la localidad de Campana, en el seno de una familia humilde. Era hijo de madre soltera, Rosa López, por lo que en su crianza colaboró su tío Mario (hermano de su padre biológico).
Luego de una infancia de pobreza pero sin grandes carencias, López se insertó en la vida laboral siendo muy joven. En su ciudad natal conoció a su esposa, María Dominga D’Aloi, con quien tuvo dos hijas: María Rosa y Olga.
Debió mudarse a Pilar por motivos laborales, donde trabajó como operario en la recordada Fábrica Militar. Rápidamente, López se destacó entre sus compañeros por reclamar mejores condiciones de trabajo, siendo elegido delegado.
Según su nieta Melina Galarza, decidida a reivindicar su figura, “fue un hombre de temple sereno y carácter dócil, firme en sus convicciones y seguro en sus palabras, con un amplio perfil de liderazgo”.
Con el avance y la popularidad de Juan Domingo Perón, Floriano se empapaba más y más en sus causas. Admirador apasionado y seguidor de sus proyectos, se insertó en la política postulándose nada menos que como intendente: fue así como en 1952, ganando por amplia diferencia, obtuvo el cargo más alto del Partido.
Eficiente
Querido por la gente, comenzó su gestión en el año 1953. Durante su mandato, Floriano López ordenó la pavimentación y dio el nombre a la calle Lorenzo López, ya que hasta ese momento los difuntos eran trasladados en sulky desde la iglesia hasta el cementerio, tarea que se dificultaba por el estado del camino, sobre todo los días de lluvia. Además, impulsó y llevó a cabo un proyecto para fundar el barrio obrero, cercano al acceso a Pilar desde la ruta 8.
En su período, López ordenó la creación de un escudo que representara al Partido: con el diseño de Antonio Capandegui (concejal de aquel entonces) Pilar pudo tener un símbolo propio. La Virgen del Pilar, la cruz, el Tratado del Pilar y una paloma fueron las figuras elegidas.
El escudo original creado por Capandegui se mantuvo en vigencia hasta 1969, año en el que la Dirección de Cultura de la Municipalidad, asesorada por un heraldista, cambió algunos aspectos del formato, agregando la palabra Pilar en la parte superior del escudo y una estrella en el centro. También se modificaron los colores de fondo, que pasaron a ser rojo, azul y blanco.
Golpe
La tarea del intendente finalizó en 1955, año en que la democracia quedó trunca por el golpe que derrocó a Juan Domingo Perón y proscribió al movimiento, “queriendo borrar de la faz de la tierra el peronismo todo”. Para ese entonces, López había traspasado el mando a Rafael Cigliutti, también justicialista, quien casi no pudo ejercer su cargo.
Sin posibilidad de defensa, tras el golpe Floriano Benito López y todos los que habían sido sus colaboradores fueron encarcelados por 15 días.
Pero eso no fue todo: imposibilitado de quedarse en el pueblo, debió mudarse a Moreno, donde vivió sus últimas dos décadas y murió víctima de una gravísima úlcera que lo había afectado por muchos años, tal vez generada o agravada por el destierro que le había tocado sufrir.