Ubicado en la calle Víctor Vergani, el Hospital Juan Cirilo Sanguinetti fue inaugurado el 27 de enero de 1962, aunque lleva ese nombre desde 1983, en homenaje al exintendente que decidió su construcción, cuando el distrito solo contaba con salas de primeros auxilios.

Para tal fin, el mandatario designó a una comisión integrada por Ernesto Petrocchi, Gregorio Ferrá, Jorge Manfredi y Ángel Martignone.

El nosocomio céntrico se hizo con fondos propios y luego la Provincia colaboró con la compra de insumos y elementos para su funcionamiento.

Sin embargo, detrás de los datos más técnicos hay una historia previa, la que habla de un amor con final trágico: varios años antes, Juan Cirilo Sanguinetti había estado de novio con una vecina del pueblo, hasta que una grave enfermedad hizo que debieran trasladarla en auto a otro distrito, como ocurría con cada vecino que necesitaba mayores atenciones.

Pero no llegaron a tiempo y la joven murió en pleno viaje, en brazos de su enamorado.

Dicen que, en ese momento, Sanguinetti se juramentó dos cosas: no casarse jamás, y lograr algún día que Pilar tuviese su propio hospital. Cumplió ambas promesas.

Destacado

Juan Cirilo Sanguinetti fue intendente de Pilar entre 1958 y 1962, y pasó a la historia no solo como el constructor del tan ansiado hospital, sino también como una persona de carácter fuerte que actuaba sin dudar, lo que le valió al menos dos apodos llamativos entre los vecinos: “Hacha Brava” y “Carajo”.

Su padre llegó a Pilar en 1850 e instaló un almacén de ramos generales en San Martín y Lorenzo López. Cabeza de una familia numerosa, dos de sus hijos transitaron el camino de la política: Santiago y Juan Cirilo, hermanos casi inseparables, ambos nacidos a principios del siglo XX.

Radicales yrigoyenistas, Santiago fundó la aún existente Farmacia Sanguinetti. También fueron propietarios de la tienda Blanco y Negro, donde después se ubicó el supermercado Max, de Yrigoyen y Rivadavia.

En su juventud, Juan Cirilo repartía su tiempo libre entre el Club Unión (disputando interminables partidas de cartas en las que se apostaba fuerte) y el Club Peñarol, del que fue un arquero destacado. Menos interesado por la política que su hermano, cultivaba buenas relaciones con los radicales y los peronistas, algo que fue decisivo para llevarlo a la intendencia por la UCR Intransigente.

Vale recordar que, en 1958, el pacto Perón-Frondizi hizo que a nivel local se buscara a un vecino aceptado por todos: así se recurrió a Sanguinetti, quien lejos de ser un improvisado puso manos a la obra de inmediato.

Si bien su legado más fuerte es el hospital, también fue el responsable, por ejemplo, del primer asfalto en el camino de acceso a Presidente Derqui –junto al gobernador Oscar Alende-, así como la pavimentación de las calles Nazarre y parte de San Martín. Durante su gestión, además, se concretó la separación de Escobar como municipio independiente.

Juan Carajo

Los memoriosos recuerdan que su capacidad de gestión iba acompañada de otra característica llamativa. Por algo, a sus espaldas (y no tanto) le decían Juan Carajo Sanguinetti…

Fue Miguel Saric en su libro “Memorias de un concejal” quien confirmó el particular apodo, debido a los modos poco sutiles del jefe comunal. Corría 1961 y Sanguinetti había decidido reemplazar las tipas de la plaza 12 de Octubre por los ahora célebres gingko biloba, algo que no fue bien recibido por un grupo de “damas notables” del pueblo.

Las mujeres exponían su bronca en el municipio hasta que el intendente mandó a llamar a un jovencísimo Saric, inspector general en ese entonces, para darle una orden clara delante de las manifestantes: “¡No me deje ninguna planta parada, ‘Sarich’! ¡No me deje ninguna, carajo!”. Y a otra cosa… Esa decisión le valió para siempre un segundo apodo: Hacha Brava.

El final de su intendencia coincidió con la caída de Arturo Frondizi, en 1962. Juan Cirilo Sanguinetti no volvió a la política. Murió en 1972, de un paro cardíaco, mientras estaba como invitado en un casamiento. Su hermano Santiago lo sobrevivió solo dos años más, golpeado por la pérdida de su inseparable compinche.

Conocénos

No son leyendas, ni se aplica el rigor del historiador: está compuesto por relatos sobre vecinos, personajes y sucesos que marcaron al distrito a lo largo del tiempo, especialmente en el sigo XX.

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