El 9 de enero de 1938, el piloto militar fue una de las víctimas de la Tragedia de Itacumbú, al caer el avión en el que viajaba junto a ocho compatriotas. Todo Pilar lloró a uno de sus vecinos más respetados.

“Vamos en este momento luchando con tremenda tormenta” fue el último mensaje enviado a la torre de control desde el avión Loockheed B12 del Ejército Argentino. Es el domingo 9 de enero de 1938, la nave caerá minutos más tarde y no habrá sobrevivientes. En ella viajaba Víctor Vergani, militar y querido vecino de Pilar.

El accidente pasará a la historia como la Tragedia de Itacumbú, ocurrida en tierras uruguayas, más precisamente en el departamento de Artigas.

Vergani había sido parte del cuerpo de aviación que había trasladado a la comitiva encabezada por el presidente Agustín P. Justo a Uruguayana y Paso de los Libres, donde se celebró un encuentro con el mandatario brasileño de aquel entonces, Getulio Vargas.

El acto tuvo como objetivo la inauguración de dos monolitos a ambos lados del río Uruguay. Al momento de planificar el retorno a El Palomar, en Buenos Aires, el cielo ya había empezado a cubrirse de amenazadoras nubes negras.

Pasadas las 17, el presidente Justo fue informado de los riesgos que podían surgir en el vuelo, a raíz del temporal que se ya había desatado en la zona. “Lo que deseo saber es si podemos  o no podemos partir”, consultó tajante el mandatario. La respuesta fue concisa: “Podemos partir, señor”. Cerca de las 17.15 partió desde Paso de los Libres el Lockheed MM1 de la Marina. Con él despegaron también otros seis aviones (Curtiss Hawk III) pertenecientes a la escolta.

Al octavo avión, perteneciente al Ejército, se subieron Víctor Vergani, Eduardo Justo (hijo menor del presidente), Abraham Schweizer, Antonio Berardo, Firmo Horacio Posadas, José F. Bergamini, Juan Orsenich, Victorio Leveratto y León Rosa Castillo.

 

El horror

El avión en el que viajaba el pilarense partió 15 minutos más tarde, cuando un viento huracanado ya hacía casi imposibles las condiciones de vuelo. No obstante, la nave que había despegado en primer lugar y transportaba a Justo transitó algunos momentos de tensión pero logró llegar a destino a las 19.45. Sólo faltaba el arribo del octavo avión.

Como detalló años atrás el historiador Miguel Ángel Villalba para el diario El Litoral, “a bordo del Loockheed atrasado, su radiotelegrafista el sargento 1º León Rosa Castillo consigue enviar un radio: ‘Vamos en este momento luchando con tremenda tormenta’. Sería el último que cursara”.

Minutos más tarde, en el paraje Itacumbú (que en lengua avá significa “piedra que revienta”) los residentes vieron cómo “una llamarada bajaba del cielo para incrustarse en la tierra”. Ya eran las 20.

Villaba relata que los peones de una estancia vecina (la “Arralde”, del otro lado de Itacumbú) reunían ovejas debajo del temporal cuando divisaron los  destrozos, tan esparcidos que pensaron que se trataba de más de una aeronave.

Vecinos de las localidades de Gomenzoro, Bella Unión y Salto se organizaron grupos espontáneos de rescate para tratar de llegar al sitio de la catástrofe, actitud que fue imitada por algunos residentes en Monte Caseros, pero la lluvia y el viento dificultaban cualquier tarea de rescate.

El temporal dificultaba además las comunicaciones entre ambos países, por lo que crecían la angustia y la incertidumbre ante la suerte corrida por el avión argentino. Recién pasada la medianoche y en las primeras horas del lunes 10 comenzaron a conocerse algunas noticias sobre un accidente aéreo…

La ubicación de los restos del avión fue precisada desde el aire por militares uruguayos cuando ya eran las 8 de la mañana. De la misma forma, aunque se habían enviado equipos de rescate, se constató que no había sobrevivientes.

La revista PTB relató con crudeza: “Las esperanzas quedan frustradas apenas los viajeros llegan a las proximidades del lugar donde había ocurrido el accidente. Los nueve pasajeros, horriblemente mutilados, habían perecido carbonizados”.

Al final de la mañana del lunes 10, los aviones de socorro uruguayos enviaron dos mensajes tajantes: “Encontrado el avión completamente destrozado. Hay víctimas” y “Avisté cadáveres entre los destrozos. Imposible identificarlos”.

Apenas tres de los cuerpos pudieron ser reconocidos: los de Eduardo Justo, Bergamini y Posadas.

 

Tristeza

La triste noticia se conoció en Buenos Aires recién a las 15. Las crónicas de la época indican que “con entereza ejemplar el General Justo recibió la noticia en su despacho de la casa de Gobierno”, enterado de la muerte de su hijo.

De la misma manera, los vecinos de Pilar fueron enterándose del fallecimiento del mayor Víctor Vergani, de 37 años. No tenía hijos y estaba casado con Angélica Teresa Marzano, con quien vivía en una casa de la actual Avenida Tomás Márquez.

Aviador con el grado de mayor, Vergani era conocido por su habilidad para pilotear. Dicen que, al sobrevolar la ciudad, ponía su avión de costado en forma de saludo, e incluso algunos memoriosos afirmaban que llegó a pasar rozando las columnas de la Iglesia Nuestra Señora del Pilar.

El mismo lunes 10 por la noche partió de la estación Lacroze un tren especial con familiares de las víctimas. Más tarde lo hizo el tren presidencial.

El viernes 14 de enero, las víctimas fueron trasladadas a su última morada recibiendo un homenaje en la ciudad de Buenos Aires. Los restos fueron trasladados en ferrocarril y escoltados por aviones.

 

Homenaje

Al año siguiente de la Tragedia de Itacumbú, el gobierno uruguayo cedió un predio de una hectárea a pocos kilómetros del accidente, donde se levantó un monumento en homenaje a los caídos.

El monolito conmemorativo tiene 14 metros de altura e incluye los nombres de los nueve caídos. Se encuentra ubicado a unos 5 kilómetros de la localidad de Tomás Gomensoro, en el cruce de la ruta 3 y el camino a Cabello.

Tal como expresaron desde el consulado argentino en Salto, “la tragedia es uno de los hechos más significativos anclados en la memoria de la comunidad, y el monumento un preciado legado patrimonial que perpetúa un accidente de aviación que llegó hasta lo más íntimo de la sensibilidad argentina, uruguaya y brasileña”.

 

Fuentes:

-Libro “Pilar, un libro de historias”

-Miguel Ángel Villalba para El Litoral. https://www.ellitoral.com.ar/corrientes/2024-4-13-17-52-0-la-tragedia-de-itacumbu

-Consulado argentino en Salto, Uruguay. https://cslto.cancilleria.gob.ar/es/se-cumplieron-85-a%C3%B1os-de-la-tragedia-de-itacumb%C3%BA

-Archivo revista PBT. https://magicasruinas.com.ar/revistero/1/itacumbu.htm

Conocénos

No son leyendas, ni se aplica el rigor del historiador: está compuesto por relatos sobre vecinos, personajes y sucesos que marcaron al distrito a lo largo del tiempo, especialmente en el sigo XX.

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