Corría 1976 y el grupo creado por los hermanos Vitale rompió los rankings con "Adiós John, Paul, George y Ringo", un homenaje a The Beatles.
En 1976, The Beatles ya llevaban seis años separados, aunque en el imaginario popular estaban tan presentes como siempre. En este contexto, un grupo de rock y soul invadió las radios y discotecas con el mayor hit de rock y pop que haya surgido en Pilar.
Los Bárbaros, a partir de su single “Adiós John, Paul, George y Ringo”, pasaron definitivamente a la historia. Del simple se vendieron nada menos que 500 mil copias, cifra impactante incluso para los parámetros actuales, lo que posicionó a Los Bárbaros como el grupo de rock más exitoso que tuvo la ciudad.
Los Bárbaros interpretando "Adiós John, Paul, George y Ringo": https://youtu.be/qMrUMgAxm_8
Pero antes de aquella canción hubo una historia previa, la de los hermanos Vitale: Rino (batería), Loyd (bajo) y Marcelo (teclados), llegados desde Italia para forjar su talento en Pilar y proyectarse así hacia el país y el resto de Latinoamérica.
Junto al guitarrista Charly Brugna fueron, en los primeros tiempos, I Barbari, compartiendo escenarios con bandas fundacionales de nuestro rock, como Los Gatos y Almendra.
Con los años, la formación fue variando y se sumaron nombres como el uruguayo Polo Pereyra (guitarra y voz), Chino Sáenz (guitarra) Mario Berrondo (teclados, saxo) y el inconfundible panameño Lucas Scantlebury como la voz principal. Esa naturaleza cosmopolita le dio a Los Bárbaros una diversidad de estilos y talentos que marcó diferencias con varias bandas de su época.
Los Vitale sostuvieron a Los Bárbaros entre 1969 y 1983, cuando llegó la separación, interrumpida con regresos en 2001 y 2011. Aquella última vez el grupo formó con Marcelo, Rino, Lucas, Berrondo y Sáenz, siendo parte de las Fiestas Patronales de Pilar de ese año.
Inmortal
Sin dudas, el momento de mayor popularidad llegó en 1976, cuando les acercaron una letra que hablaba de la todavía fresca separación de los Beatles. Había sido escrita por Miguel Ángel Muscarsel, músico fallecido en 2013.
“Adiós John, Paul, George y Ringo” empieza con una melodía que recuerda a esas influencias que George Harrison tomó de sus viajes a la India. A partir de ese momento, durante los próximos cuatro minutos, todo es nostalgia de la buena, en base a una conjunción de letra y música (incluyendo a las armonías vocales) que derrocha talento.
Si bien hubo dudas al principio, ya que la mayoría de su repertorio era cantado en inglés y pertenecía al funk y al soul, finalmente aceptaron tomar la balada, que terminaría catapultándolos al estrellato.
A nivel mundial eran épocas de música disco, glam y rock progresivo. El simple vendió medio millón de copias en un año en el que compartió las bateas argentinas con hits que llegaban desde el extranjero, como “(Shake, Shake, Shake) Shake Your Booty” (KC & The Sunshine Band), “You’re my best friend” (Queen) y “Dancing queen” (ABBA). El Flaco Spinetta encabezaba Invisible y editaba el disco “El jardín de los presentes”, mientras Charly García aceitaba a La Máquina de Hacer Pájaros.
En aquella época se solía grabar dos temas por día, pero con “Adiós…” Los Bárbaros se tomaron casi un mes y medio, incluyendo la supervisión de Juan Alberto Badía, acaso el mayor beatlemaníaco argentino.
La letra de “Adiós John, Paul, George y Ringo” tiene referencias explícitas a la obra de los Beatles, pero además los músicos fueron sumando en algunos pasajes pequeños fragmentos de canciones del cuarteto de Liverpool.
Eleanor Rigby, el Sargento Pepper, Michelle, un submarino color limón, una guitarra que solloza y el estribillo (“Hello, goodbye”) son apenas algunos ejemplos del recorrido que la canción realiza evocado diversas letras beatles. De igual forma, la canción comienza con un sintetizador imitando al sonido del sitar, instrumento hindú introducido al rock por George Harrison. Platillos pasado al revés aportan otro homenaje a las innovaciones de los Fabulosos Cuatro.
“Adiós John, Paul, George y Ringo” fue un éxito inmediato y –además del single- terminó formando parte de un disco del mismo nombre, acompañada por una versión en inglés que no tiene nada que envidiarle a grupos rioplatenses que hicieron historia, como Los Shakers.
Fue tal la repercusión del tema que la discográfica EMI llevó a Rino Vitale a Londres. Lamentablemente para él, los cuatro ex Beatles se encontraban fuera del Reino Unido.
Sin embargo, fue testigo de un momento por demás simbólico y que concuerda con la canción: al momento de su llegada, de los estudios Abbey Road se estaban llevando todos los muebles de las oficinas de los Beatles. Ni eso quedaría de la banda…