El 1893, el máximo referente del actual Presidente Derqui fue asesinado mientras se dirigía a caballo hacia Pilar. Certezas y misterios del primer crimen político de la zona.

Fue un martes. El almanaque decía 21 de marzo de 1893. El escenario del atentado, el viejo camino de tierra que se utilizaba para ir desde Villa Toro (hoy Presidente Derqui) al incipiente centro de Pilar.

El protagonista es quien le daba nombre al pequeño pueblo: don Antonio Toro. Un trayecto a caballo por la ruta de siempre… De pronto, resuena un disparo que termina con su vida. Tenía apenas 33 años y ya era un prohombre en su pago chico.

Días atrás se cumplieron 130 años de un hecho que sigue envuelto en el misterio: ¿Quién mató a Antonio Toro? Más de un siglo después, la del atentado es la hipótesis más firme. El primer crimen político de la historia de Pilar.

Referente

Antonio Toro había nacido en 1860 y era el menor de los cuatro hijos del matrimonio integrado por Silvestre Toro y Francisca Melo. Al cumplir la mayoría de edad, en 1882 tomó la posesión de las tierras que le dejara en herencia su madre, dominios en los que se asentaría el nuevo pueblo.

Es que Antonio tenía un objetivo claro: el desarrollo del lugar en el que había crecido. Por eso, junto al agrimensor Carlos Glade encaró el proyecto, mensurando el campo para la concreción de su sueño, Villa Toro.

En paralelo, se desempeñaba como comerciante al frente de un almacén de ramos generales en lo que hoy es la esquina de Avenida de Mayo y la calle precisamente llamada Antonio Toro, en su homenaje.

En pos del crecimiento del pueblo, a lo largo de los años realizó numerosas donaciones y aportes a la comunidad. Entre ellas se cuentan el terreno para la actual plaza Antonio Toro, la Parroquia (hoy San Antonio de Padua), la escuela pública hoy conocida como Escuela Nro. 11 y la estación ferroviaria, que también lleva su nombre.

Como otros vecinos de su tiempo, Toro se dedicó a la carrera militar, llegando a ser en 1886 jefe del Contingente de Caballería de la Guardia Nacional.

Su particular personalidad y su afán por involucrarse en la cosa pública lo llevaron por decantación a la actividad política. Es así como en 1890 fue presidente del Concejo Deliberante de Pilar durante la intendencia de Pedro Martínez Melo.

Cabe aclarar que, por aquellos tiempos, el voto popular (aunque cantado y solo de hombres) elegía a un grupo de “municipales”, quienes luego por consenso interno designaban quién sería intendente y quiénes sus concejales.

Misterio

La muerte violenta de Antonio Toro llegó en marzo de 1893, meses después de su cargo como juez de paz titular.

“En ese momento, ser juez de paz era ser casi un intendente, tenía funciones importantes”, explica Alberto Allindo, historiador que indagó en la vida de Antonio Toro y la historia de Presidente Derqui en general (es autor junto a Walter Belfiore del libro “Villa Toro – Presidente Derqui, su historia”).

Sin embargo, Allindo observa que “por razones que desconocemos, Toro es forzado a renunciar como juez de paz antes de terminar su período…”, lo que alimenta la teoría de que, si bien era una persona respetada, también tenía sus adversarios y –por qué no- sus enemigos.

Hace ya más de una década, en su actividad de historiador Allindo logró tener acceso a la partida de defunción de Toro: sin dejar lugar a dudas, la causa de muerte decía “disparo”. Desde entonces hay algunas hipótesis y muchas preguntas aún sin respuesta.

“Es complicado investigar ese asesinato. En el Juzgado de Paz de Pilar no se ocupaban de causas criminales, por lo que la jurisdicción estaba en los Tribunales de La Plata”, indicó el pilarense. “Hasta allá fuimos, pero no había mucho… Tampoco en los archivos de la Provincia, a pesar de que ‘peiné’ todos los expedientes de 1893”.

Para abonar el misterio, los grandes diarios de la época (como La Nación, ya existente para ese entonces) tampoco mencionan ni una línea sobre el asesinato.

¿Intento de robo? ¿Crimen “pasional”? ¿Atentado político? Por la profusa actividad de Toro, la tercera posibilidad es la más firme para los historiadores.

Legado

A 130 años del crimen de Antonio Toro continúa el misterio. Lo cierto es que, tras su muerte, su esposa Rosa Martínez Melo debió vender varios de sus lotes para poder subsistir junto a cuatro hijos pequeños: Manuela, Antonio, Eduardo y Zulema.

Como asegura Allindo, “su muerte fue el final del pequeño imperio que él había soñado hacer”.

No obstante, el pueblo que proyectó creció hasta convertirse en una de las zonas más representativas del Partido, la segunda localidad en población e infraestructura.

Ya con el nombre de Presidente Derqui, el lugar nunca olvidó a su “padre”: Antonio Toro está presente –por ejemplo- en un barrio, una plaza, una calle, una estación del FFCC, un colegio, un club y un paseo público.

Sus restos descansan en el cementerio de Pilar. En 1974 Presidente Derqui se elevó a la categoría de ciudad, cumpliendo aquel sueño que Antonio Toro tuvo y fue truncado por un balazo, hecho que aún hoy está envuelto en penumbras esperando salir a la luz.

Conocénos

No son leyendas, ni se aplica el rigor del historiador: está compuesto por relatos sobre vecinos, personajes y sucesos que marcaron al distrito a lo largo del tiempo, especialmente en el sigo XX.

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