Las primeras familias de ascendencia japonesa llegaron a Pilar a mediados de la década de 1940, más precisamente a Manzone. De inmediato se formó una colectividad que no dudó en abrirse para estrechar lazos con la comunidad.

A mediados de la década de 1940, Manzone era una zona de campos y quintas muy diferente a la localidad que es en la actualidad. Los pocos habitantes que vivían en el lugar fueron testigos de la llegada de vecinos de origen japonés: eran Shinsei Tawata y su familia, los primeros nipones que se asentaron en Pilar.

En poco tiempo, más familias fueron arribando al distrito, desempeñando diferentes tareas y con una característica que fue fundamental para su integración en la comunidad: la inmediata apertura con el resto de los vecinos.

“Mi abuelo materno, Shinsei Tawata, fue el primer agricultor e inmigrante japonés que llegó a Pilar”, relataba con orgullo años atrá a El Diario el arquitecto Alejandro Inamine. “Él había llegado al país allá por 1932, comenzando como mozo y lavacopas”.

PIONEROS. Shinsei y Tsuru Tawata, junto a sus nietos Alicia Inamine, Walter Tawata y Ale Inamine.

Con sacrificio, Shinsei fue alquilando terrenos para llegar a su objetivo: dedicarse a la agricultura. Así es como sucesivamente pasó por Ezeiza, Mariano Acosta y la zona de El Chelito (Tortuguitas), hasta llegar a Manzone junto a su esposa Tsuru.

El matrimonio tuvo ocho hijos, todos alumnos de la Escuela Nº5, una entidad que quedó marcada a fuego por la colectividad japonesa teniendo en cuenta que, entre las décadas del ’50 y ’60, arribaron para dedicarse a las quintas de verduras las familias Tokashiki,  Nishihara y Nakasone, entre otras.

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