Varios fueron los hallazgos, a lo largo de los años, de restos fósiles de gliptodontes, criaturas que poblaron la llanura pampeana. El más reciente fue en 2021.

Algunas huellas del pasado logran ver la luz de vez en cuando y nos llenan de fascinación, evocando el interés que teníamos de niños al mirar alguna ilustración de esos animales gigantescos que poblaban la Tierra.

Nuestro país en particular es un paraíso de restos fósiles, incluso de algunos animales ya extinguidos que, a diferencia de los dinosaurios, sí llegaron a convivir con la especie humana.

Tal es el caso de los gliptodontes, criaturas que poblaron la pampa hace 10 mil años: una especie de “mulitas” de gran tamaño que medían alrededor de tres metros desde la cabeza a la cola, y con más de un metro de altura.

En Pilar se recuerdan al menos tres hallazgos de estos ejemplares, cada uno con sus particularidades.

 

Pionero

Desde la década de 1960, en el excuartel de Bomberos Voluntarios (Ituzaingó y Tucumán) permanece enterrado un ejemplar de gliptodonte, sin miras de que sea extraído de su largo descanso.

El fósil fue hallado en 1966, en la cava de la tosquera Currás, del barrio Carabassa. El recordado Regino Osés, histórico presidente de la institución durante esa época, recordaba en una entrevista con El Diario Regional en 2007 que “los obreros lo querían romper y usarlo como escombro, y en el Museo de La Plata no tenían lugar”. Sobre la posibilidad de desenterrarlo, el vasco (fallecido en abril de 2012) decía que “sacarlo daría mucho trabajo, porque el suelo es de hormigón armado. Ahí duerme bien, que lo dejen otros 400 o 500 años…”.

 

En pareja

A principios de la década del ’90, en vísperas de Año Nuevo, el barrio La Lomita se conmocionó con otro hallazgo paleontológico: en el patio de una vivienda humilde, tras la excavación de unos albañiles, se encontraron los restos fósiles de dos ejemplares de gliptodonte.

Aún se conservan fotos que ilustran el momento en que los restos fueron retirados del pozo, luego de haber sido recubiertos por una capa protectora de yeso.

La noticia corrió como reguero de pólvora, en una era previa a los celulares y las redes sociales. Desde la colectora de Panamericana, los carteles escritos a mano señalaban el camino indicando, textualmente, un “descubrimiento histórico”. Cualquier curioso podía entrar y mirar de cerca a los gliptodontes –que estaban un par de metros de profundidad-, aprovechando la amabilidad del dueño de casa.

Tras varios días fueron removidos de allí, pero con un inconveniente: Pilar no contaba –sigue sin hacerlo- con un lugar adecuado para su conservación. Por lo tanto, insólitamente los ejemplares fueron a parar a una habitación ubicada detrás del escenario del Teatro Lope de Vega.

En el teatro, los fósiles permanecieron arrumbados hasta fines de 2007, cuando fueron “rescatados” por el arqueólogo y antropólogo Alberto Susco –un personaje entrañable, fallecido en 2018-, quien se ocupó de su restauración en la Universidad del Salvador. El hombre soñaba con exhibir a ambos gliptodontes en la peatonal de Pilar.

Sin embargo, su proyecto nunca se concretó y el destino (¿final?) de los gliptodontes no se conoce con claridad. Como aquel que está enterrado en el viejo cuartel de bomberos desde 1966, quizás algún día vuelvan a ver la luz del sol.

El último... por ahora

En 2021 se produjo el que es hasta ahora último hallazgo de restos de gliptodonte en Pilar: una familia del barrio Peruzzotti encontró la cola de un gliptodonte, junto a otros restos fósiles de diversos animales también extinguidos.

Se trata de la familia Cabrera, quien vive en una propiedad ubicada en la calle O’Higgins. En el terreno se estaban haciendo movimientos de suelo, con miras a la instalación de una feria con stands. Precisamente, en uno de los camiones de tosca llegaron los restos fósiles, entre los que se destaca uno más grande que el resto, curvo y de alrededor de 50 centímetros de largo: de inmediato intuyeron que se trataba de parte de un gliptodonte. A su vez, con las horas aparecieron vértebras y piezas dentales.

La aparición de los restos de un gliptodonte es la primera en Pilar en las últimas tres décadas. 

 

Conocénos

No son leyendas, ni se aplica el rigor del historiador: está compuesto por relatos sobre vecinos, personajes y sucesos que marcaron al distrito a lo largo del tiempo, especialmente en el sigo XX.

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