El 21 de septiembre de 1962, en el marco de la disputa entre "azules" y "colorados", el Instituto Pellegrini de Pilar estuvo a punto de sufrir un ataque. Gran cantidad de familias abandonaron sus casas durante horas.
El Día del Estudiante de 1962 aparentaba en su comienzo ser una jornada normal, un viernes tranquilo y con jóvenes en las calles celebrando la llegada de la primavera con los típicos picnics. Sin embargo, en Pilar todo cambió en un puñado de horas ante la posibilidad concreta de sufrir un bombardeo, lo que provocó un verdadero éxodo de la localidad cabecera.
Los hechos se dieron en el marco de la disputa en el seno de las Fuerzas Armadas entre “azules” y “colorados”: los azules apoyaban una salida democrática a la situación nacida en marzo de ese año, con el derrocamiento del presidente Arturo Frondizi y la asunción de José María Guido. Por su parte, los colorados eran el ala que respaldaba la continuidad de una dictadura en Argentina.
Dos días antes, el 19 de septiembre, la Segunda División de Infantería con asiento en La Plata voló varios puentes sobre la ruta 11; y 48 horas más tarde tomó fuerza el rumor de que los ataques se extenderían nada menos que al Colegio Carlos Pellegrini, en Pilar, de acuerdo a un comunicado difundido por Radio Belgrano, emisora tomada por los azules.
El motivo del inminente ataque era que en el establecimiento de la ruta 25 se encontraban presuntas “fuerzas que respondían a los generales Lorio y Labayru”, los líderes colorados.
Aterrorizados
Desde la mañana del 21 de septiembre, LRA Radio Nacional en cadena emitía comunicados en forma constante, información que era escuchada atentamente por los asustados vecinos. Cerca del mediodía, uno de esos partes informativos mencionó directamente a Pilar y la amenaza de bombardeo al Instituto Pellegrini, lo que terminó de instaurar el pánico.
A medida que cundió la noticia, familias enteras abandonaron sus hogares durante varias horas, para dirigirse con rumbo a localidades y barrios alejados del centro, como Carabassa y las inmediaciones del río Luján. Para ese entonces, algunos militares ya se habían apostado en la Municipalidad, la Iglesia y varias calles del casco céntrico de la localidad. Se presagiaba lo peor...
Lejos de ser un rumor infundado, la amenaza de que Pilar y el Colegio Pellegrini en particular sufrieran un bombardeo fue real. Sin embargo, por fortuna el ataque no llegó a concretarse: si bien recorrieron la zona, los colorados se marcharon sin atacar.
Así, los pilarenses que habían huido de sus casas para evitar quedar en medio de un combate pudieron regresar a sus casas a salvo, luego de un Día de la Primavera que quedó en el recuerdo de todos los que vivieron un día atravesado por el miedo.